El Héroe Perdido
Cuando Jason despierta sabe que algo va muy mal. Está en un autobús camino de un campamento para chicos problemáticos. Y le acompañan Piper, una muchacha (bastante guapa, por cierto) que dice que es su novia y el que parece ser su mejor amigo, Leo... Pero él no recuerda nada: ni quién es ni cómo ha llegado allí. Pocas horas después, los tres descubrirán no solo que son hijos de dioses del Olimpo sino que su destino es cumplir una profecía de locos: liberar a Hera, diosa de la furia, de las garras de un enemigo que lleva mucho tiempo planeando su venganza...
El hijo de Neptuno
En las primeras páginas de esta secuela a The Lost Hero, el protagonista, Percy Jackson, sólo recuerda su nombre y el nombre de Annabeth, una misteriosa mujer a la que asocia de alguna manera con la ciudad de San Francisco. A partir de estos indicios dispersos, de alguna manera tiene que completar una misión para el líder del campamento romano a la vez de ser perseguido por las dos hermanas de Medusa, que poseen una sed aparentemente insaciable de venganza: incluso mueren, vuelven a la vida. La segunda entrega de Los Héroes del Olimpo promete aún más emoción que la primera.
La Marca de Atenea
Annabeth está aterrorizada. Justo cuando está a punto de reencontrarse con Percy, después de pasar seis meses separados, gracias a Hera, parece que el Campamento Júpiter se está preparando para la guerra. Mientras Annabeth y sus amigos Jason, Piper y Leo vuelan en el Argo II, no puede culpar a los semidioses romanos por pensar que el barco es un arma griega. Con el brillante mástil del dragón de bronce, la fantástica creación de Leo no parece demasiado amigable. Annabeth espera que cuando vean a su pretor Jason en cubierta confirme a los romanos de que el Campamento Mestizo viene en son de paz.
Y ese es uno más de sus problemas. En su bolsillo, Annabeth carga un regalo de su madre que vino con una petición enervante: “Sigue la Marca de Atenea. Véngame”.
Y ese es uno más de sus problemas. En su bolsillo, Annabeth carga un regalo de su madre que vino con una petición enervante: “Sigue la Marca de Atenea. Véngame”.